Sobre Esther Canelles

Mi Historia

Durante años creí que algo en mí no estaba bien.
En el instituto, muchos chicos se reían de mi cuerpo. Yo fingía que no me afectaba, pero por dentro empecé a esconderme, a exigirme, a querer ser perfecta para que no me volvieran a mirar con burla. Ahí empezó mi lucha silenciosa con el espejo.

Más tarde, me metí en una relación que confundí con amor. Pensaba que todo lo que hacía era por mí, pero en realidad, cada gesto reforzaba una idea que ya había empezado antes: no soy suficiente. Cuanto más me esforzaba por gustarle, más me alejaba de mí misma.

Fue esa sensación —de no saber quién era sin aprobación, sin validación, sin dolor— la que me empujó a irme a vivir a Irlanda. Lo hice para huir. Para dejar atrás mi cuerpo, mi historia, mi tristeza. Pero allá me encontré con lo más difícil: no puedes huir de lo que llevas dentro.

 Con el tiempo, entendí algo que me cambió la vida:
el dolor no viene solo de lo que los demás nos hacen…
viene de cómo nos hablamos, de cómo nos tratamos, de cómo interpretamos lo que vivimos.Y lo más importante: aprendí a quererme.
Hoy sé amar bien.

Desde la libertad, desde la confianza, desde el amor propio.
Ya no me pierdo para que me quieran, ya no me encojo para encajar.
Ahora el amor no duele. Acompaña.

 Escribo, formo y hablo para compartir ese viaje.
Porque sanar empieza cuando dejas de pedir perdón por sentir.
Cuando decides mirar tu historia no con vergüenza, sino con compasión.

PALABRAS CON PODER

Los personajes de Frágil hablan y comparten su voz

«No estás rota, Estela. Solo estás recordando quién eras antes de dejar de escucharte.»

Magda

Amiga de Estela

«Tu cuerpo no necesita ser perfecto. Solo necesita que vuelvas a habitarlo sin miedo.»

Nayla

La profesora

«Pensaba que el amor dolía… porque nunca aprendí a quererme primero.»

Estela

La protagonista

Mi transformación personal

Durante mucho tiempo viví en modo supervivencia: intentando encajar, callando lo que sentía, creyendo que el amor era sacrificio y que el cuerpo debía ganarse su valor.
Pero un día, decidí mirarme de verdad. Empezar a sanar.
Esto no fue de un día para otro… pero aquí estoy.

Así era yo antes:

Me reía por fuera y me rompía por dentro.
Me obsesionaba con gustar. Me dolía mirarme.
No sabía poner límites, ni decir “basta”.
Me perdí en amores que no sabían amar.

Así soy ahora:

Me abrazo con todo lo que soy.
Sé amar sin desaparecer.
Cuido mi cuerpo, mi voz y mi historia.
Elijo cada día volver a mí.

¿Quieres aprender a transformarte?

La transformación no ocurre de golpe.
A veces empieza con una pregunta, una lectura o un “ya no puedo más”.
Si has llegado hasta aquí, no es casualidad.
¿Quieres empezar hoy?